Silverio Gómez
En el foro “¿El futuro es minero y petrolero? Regalías, transparencia y crecimiento”, que realizó PODER y la Universidad Sergio Arboleda, se abrió de nuevo el debate en un tema que nadie duda en calificar, incluyendo al ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverry, como determinante por sus efectos fiscales y macroeconómicos para el futuro del país. Es más, es el verdadero pulso entre los políticos y los tecnócratas, entre el centro y la periferia (entre Gobierno central y gobiernos locales).
Se escucharon frases tan dramáticas como la del exministro de Medio Ambiente Manuel Rodríguez Becerra, quien dijo que “parece que la política de inversión extranjera busca prostituir las instituciones y las normas ambientales, como se ha hecho en los últimos ocho años”.
Un punto trascendental de la discusión es que esta no se acaba con la reforma a la Constitución que hace trámite en el Congreso de la República, pues dará paso a la ley reglamentaria, que sí incluye un punto de la mayor trascendencia: debatir el monto de las regalías, como producto de la proporción que deban pagar las compañías explotadoras de los recursos nacionales del subsuelo colombiano, propiedad del país y no de esas empresas por un simple contrato. Hoy, el modelo les entrega una plusvalía que se apropian sin que el país reciba nada a cambio.
Lo que pasa hoy produce una sensación de sorpresa y rabia. Por ejemplo, la Drummond (o mejor, el Sr. Drummond) ha invertido en Colombia unos US$2.000 millones y va a vender la mina en US$8.000 millones, pagando cero impuestos porque el negocio lo hace afuera, o el caso de Gold Corp., que invirtió US$150 millones y vendió por US$1.500 millones, sin que al país le tocara algo.
Hay consenso en que en materia petrolera, el país ha avanzado en forma importante, mas no pasa lo mismo en minería y carbón, en donde el esquema es cuasi feudal, producto en buena parte del lobby que hacen las empresas que llegan al país y de la complacencia de los gobiernos, que caen en la falsa ilusión de que si no entregan todo, las firmas prefieren otros destinos, como si las minas se pudieran trasladar a otras partes.
El panorama de hoy deja tanto que desear que la explotación que más paga regalías en términos porcentuales es la sal (sí, la sal), con un 12%, en tanto que el oro paga un neto del 3,6%; el cobre, hierro y platino, un 5%; el níquel, un 4% y las esmeraldas, un 1,5%.
Por eso tiene todo el sentido la propuesta del senador conservador del Tolima y excodirector del Banco de la República, Juan Mario Laserna, de elevar a 12 puntos las regalías de las explotaciones de oro, pues advierte con toda honestidad que si el país acepta los daños ambientales, sociales y ecológicos, debe recibir a cambio una mayor proporción de la renta. La aclaración de la filiación política y procedencia de Laserna es válida para evitar las suspicacias, en el sentido de que esas ideas no son patrimonio de la izquierda o de quienes no quieren la inversión foránea. Sencillamente es una muestra de equidad y justicia, que se suponen fundamentos del Plan de Desarrollo del gobierno de Santos. El ministro Echeverry y el jefe de Planeación Nacional, Hernando José Gómez, de la misma corriente del senador Laserna, deben apoyar sin reparos esa idea.
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